Aprendizaje

Evelyn H. Montes
Escrito en lápiz
Published in
3 min readJun 24, 2019

--

Hace más de un año abandoné este blog.
Sin dar explicaciones, desaparecí.

Hace exactamente un año, un mes y 13 días, fui mamá.

Me tomé poco tiempo, hice poco alarde. En algunos casos, ni siquiera lo dije. No avisé de mi embarazo a mis clientes, no dije nada. Porque la precariedad de mi trabajo de freelance me hizo creer que era mejor así. Que unas vacaciones eran el equivalente aceptable para clientes virtuales sin rostro que poco o nada saben de mí.

Hoy, un poco, me arrepiento.

Me arrepiento porque la experiencia merecía, por su magnitud y su maravilla, que pensara en una sola cosa, tal vez que la gritara a los cuatro vientos, que mis sinapsis no tuvieran otro contenido.

Lamento no haber sido valiente. No haber tenido las cantidades necesarias de feminismo, espíritu combativo e ingenuidad para decirle al mundo que esta era la maternidad, mi maternidad, que había que respetarla, que tenía sus tiempos, que eran sagrados y que me los tomaría como corresponde. Que luego volvería, más poderosa, sabia y paciente que nunca. Que volvería, incluso, mejor profesional.

No pude. Era una apuesta para la que no estaba preparada. Y algún día le explicaré que, quizás, ese haya sido mi primer error como su mamá. El primero de todos los que cometeré.

Me pesa el recuerdo de un puerperio frente a la pantalla, chequeando mails, arrullándolo por momentos con el tecleo cansado de una sola mano mientras el otro brazo sostenía su cuerpo chiquito. No fue todo el tiempo, no pasó todos los días, pero el torbellino de la maternidad a veces me lo hace ver como si todo hubiera sido una seguidilla de interrupciones injustas que me distraían de lo que en verdad quería hacer. Que era nada, simplemente estar.

Sin embargo, la moneda también tiene otra cara. Porque otra cosa que le explicaré es que quise ser íntegra para él. Quise ser ejemplo, y seguridad y refugio. Y solo podía ser todo eso si mantenía vivas y lograba encajar todas las piezas de mi identidad. Para ser la mamá que quería ser para él, necesitaba seguir siendo la profesional en que, con esfuerzo, me había convertido.

Puedo decir, aunque lo digo bajito, que mi yo profesional ha sobrevivido. ¿Estoy orgullosa? No lo sé. Un poco, quizás. La maternidad ha venido con una escala de grises que antes no tenía para clasificar a las cosas. Ahora todo es mucho más relativo.

Elijo pensar, no obstante, que haber mantenido mi carrera profesional en pie (o, mejor, a flote) hace que siga siendo yo. La pieza que dice «Mamá» está encajando de a poco entre todas las otras que ya estaban ahí: «Mujer», «Hija», «Traductora», «Copywriter», «Seríefila», «Lectora empedernida», «Cocinera». Acá estoy, todas esas (y más) soy.

Disculpen el rodeo, un poco agridulce y en zigzag. Todo esto es para anunciar que hoy este blog cambia, y decide, desde hoy, mostrar toda su polisemia, a cara lavada.

Habrá, quizás, de vez en cuando, algo de profesional y erudito, y de vez en cuando, tal vez, el relato de unos pies chiquitos que tambalean hacia la orilla de un mar en calma. Quizás una pantufla asome por debajo del escritorio entre entregas urgentes o se oiga el eco de una risa contagiosa (o un llanto urgente) que reclame a la que acá escribe. Y haga que todo se detenga. Y que luego vuelva a seguir su curso.

Esa es la vida.

Pasen y vean. Pero, les advierto, no se pongan demasiado cómodos en ningún rincón. La belleza está en el movimiento.

Nuestro hijo traerá todo lo demás…
Él tendrá nuevas respuestas para dar

--

--

Traductora creativa, correctora de textos (a veces, también de gente), copywriter. Siempre vuelvo al mar. Me encantan los paréntesis. www.evelynhmontes.com